
Esperando el ferry hacía mucho frio, llegué temprano por lo que me quedé viendo el atardecer en un boulevard sentado mandando fotos por el telefono y hablando con algunas personas del lugar que se sentaban y se paraban de la banca. Ahora que escribo esto, fue tal cual Forest Gump; llegó un señor, luego dos señoras, luego una policía K9 y de nuevo el primer señor y la conversación la continuaba, no la repetía ni empezaba de nuevo. Y de paso comiéndome unos Hershey’s (Pasa en la vida, pasa en TNT!).
15 minutos antes de partir conocí a David (65 años) que andaba en su Kawasaki Racing. Éramos solo dos motos en el ferry y al subir conversamos todo el camino de muchas cosas. Le pedí ayuda a ver si conocía algún hotel en la isla no tan costoso en la isla y la bajarnos me llevó. 96 dolares, es mucho para mí y no había muchas opciones más, pero acepté sin pensarlo, era tarde en la noche y sería despreciar el tiempo que David dedicó en buscar un lugar, quedamos en desayunar a las 9:00am.

Ahhh, el paso de fronteras estuvo medio rudo para mi gusto. Me tocó una joven funcionaria que me hizo una cantidad de preguntas impresionantes. ¿Dónde te vas a quedar?, ¿Cómo es eso que no sabes en que hotel?, ¿En qué trabajas?, ¿Dónde conociste a ese señor?, ¿Tienes novia en Canadá?, ¿Familia? ¿Cómo te vas a pagar todo? ¿Vas a trabajar?, ¿Cuánto dinero traes? ¿Me estás entendiendo todo lo que te pregunto? Y un montón de preguntas más! No dejé de sonreír (durante casi 10 minutos de preguntas) mientras respondía, así disimulaba lo nervioso que me estaba poniendo la vaina, luego llegó otro más y ahí si me empezó a temblar la taza, me hizo solo una pregunta: Vienes sólo desde Venezuela en tu moto, ¿Cuántos kilómetros llevas? Y me sellaron el pasaporte por seis meses (ese me lo mandó Dios, de una!).

Al día siguiente desayuné con David y me regaló mapas de la isla y de Canadá. Nos fuimos juntos a recorrer parte de la isla, desde Victoria hasta Nanaimo y compartimos un día especial como todos los que he tenido cuando alguien me ha acompañado. Una persona excelente con la que, en todos los semáforos tuve que subirme el visor para conversar cualquier cosa, aunque sea en inglés para niños y así poder entender.

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