sábado, 1 de agosto de 2009

Yosemite!

29-30 julio de 2009
Los Ángeles – Yosemite N.P.
Distancia Recorrida:
579km
Total: 13480km
Clima: Sol
Al salir de Los Ángeles en una fría mañana, comienza un recorrido según lo planificado por la recomendada Ruta HWY-01 (Vía Panam) que me llevaría por toda la costa del Pacífico hasta llegar a Seattle, ciudad más al norte de USA antes de pasar a Canadá y Alaska.

El recorrido por la costa me lleva por un camino gris lleno de bruma, con algunos cuervos gritando como llamando muertos, desde las rocas a lo alto de las montañas. Era tanta la bruma a veces que ni siquiera se veía el mar desde la carretera, y un intenso frío que tampoco dejaba disfrutar nada, me pusieron a bostezar desde las 9:00 de la mañana.
Estuve rodando así como una hora y en ese lapso de tiempo yo creo que me debo haber detenido como tres veces con cualquier excusa, ponerme el impermeable, tomar agua, los audífonos se movieron, etc. En una de esas paradas abro el mapa para ver dónde demonios yo estaba y cuando lo encuentro veo mis escritos del parque Yosemite y observo que, hay una carretera al Este que me lleva lejos hasta allá. Vuelvo y repito, menos mal que todo el mundo no está así de loco, porque ya hubiera escases de gasolina. Ni siquiera calculé cuantos kilómetros tenía que desviarme de la ruta para llegar hasta ahí. Volver a aplicar la premisa: “Siempre hay dos caminos” para no tener que volver a escribir “Hay días en la vida”.
Llego a la intersección y mi cerebro se llena de dudas, pero igual decido seguir. Apenas salgo de la “Alfred Hitchcock HWY-01” entro en una zona medio desértica que me obligó a pararme urgente a quitarme todo lo que me había puesto encima para tratar de vencer el frío. Ahora era el calor lo que me estaba agobiando, tan intenso que tenía que cerrar el visor para no sentir la brisa caliente en la cara, pero el cielo estaba azul intenso y eso ya era suficiente.
Rodé todo el día y a las 5:00pm fue que ingresé al parque Yosemite. Había visualizado algunos hoteles cercanos al camino por si acaso no me dejaban entrar al parque (por la hora). No hubo problema por entrar, así que una vez dentro revisé mi mapa y el que me dio el Ranger junto con la entrada y rápidamente tracé la ruta. Primero fui a las sequoias milenarias, un loop corto que se desvía de la principal al norte.
Luego de una breve caminata me decido a ir a buscar donde acampar, previo a pararme a comprar algo para cenar, unas galletas y agua ya que recién había almorzado. Visito varios camping y todos dicen que están full. Había uno en particular que me había gustado porque tenía un rio al lado, decido volver y tratar de buscar un espacio creyendo que la vaina es como en Venezuela. ¡Pues no señor!, son puestos numerados y se paga por el espacio y la caseta de entrada dice “CLOSED”.
Dos unas dos vueltas a toda la zona de acampada y la gente me comienza a ver como que si se me hubiera perdido algo que no encuentro y la noche empieza a caer. Doy una última vuelta y entro a otro anillo, donde avisto a dos Ranger dando un curso a los niños, llamo a uno de ellos y explico que no tengo a donde ir y que no hice reservación. Yo me quito el sombrero con esta gente, el amigo se quedó como pensando unos minutos, luego me dijo que fuera de nuevo a la caseta de la entrada, buscara en el vidrio un listado de los que aún no habían llegado y si veía un lugar con un número que no correspondiera a alguna reservación me metiera ahí. Eso hice y el puesto 42 estaba libre y lo peor de todo era que estaba al lado del río, con dos pinos calculadamente separados para colgar mi hamaca Coleman. Al rato me ubicaron los Ranger para ver si todo estaba bien y como agradecimiento (el cual casi no aceptan) les di las galletas que había comprado.
El clima desde antes de entrar al parque estaba perfecto y la noche auguraba ser fresca. Me acosté a las 10:00pm bajo una luna en creciente rodeada de estrellas que ya anuncia mi llegada al norte y me levanté a las 9:00 del día siguiente porque escuché un carro frenando cerca del Angel. Era uno de los Ranger que me traía café y un sándwich, me imagino que en venganza por las galletas de la noche anterior.
Con esas pilas absolutamente cargadas de dormir como lo hice, lo único que podía hacer era montarme en esa moto y hacer TODO el recorrido por el parque, disfrutando cada uno de los lugares y sintiendo el aroma de los pinos tan fuerte, que creo que en navidad cada vez que huela un pino, más bien me voy a recordar del Yosemite.
Estuve todo el día recorriendo el parque, con la idea de lanzarme una rodada nocturna hasta San Francisco y así evitar el calor, pero saliendo del parque vi un hostal espectacular en un pueblo pequeño y como no había gente, me dieron un cuarto para mí solo así que mejor, imposible.

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